elementos que componen la expresión visual,
tratando de
hacer comprensible el mensaje a la vez que
atractivo. En diseño
hay que estar familiarizado con los
principios universales que rigen
la organización espacial, tanto del plano
bidimensional como
del ámbito tridimensional. Son cuestiones
que garantizan el buen
funcionamiento de la composición con el fin
de conseguir los propósitos
básicos de la comunicación visual: captar
la atención y
comunicar el mensaje con claridad y sin
interferencias. Dentro del
amplio espectro de culturas, no siempre se
cumplen estos principios
ni siempre son claros los mensajes; por
eso, lo habitual es
considerar algunos mecanismos fundamentales
que sirvan de guía
para desarrollar un diseño con cierta
calidad. A partir de aquí, y en
nuestra cultura occidental, cada individuo
puede ser capaz de
generar muchas y novedosas ideas a través
de su capacidad creativa.
LA COMPOSICIÓN Y LOS ELEMENTOS GRÁFICOS
En nuestra sociedad, la lectura se produce
de izquierda a
derecha y de arriba abajo, y este modo de
establecer contacto
visual con el plano influirá, sin lugar a
dudas, en los factores que
se disponen para que el mensaje alcance su
finalidad. Así, en una
determinada composición, algunos de los
elementos gráficos
(ilustraciones, color, texto, etc.) tendrán
mayor o menor potencia
visual según la ubicación que se asigne
respecto a los demás y
respecto al conjunto: los situados a la derecha
poseen un mayor
peso visual y provocan una sensación de
avance hacia el
espectador, mientras que los que se sitúan
a la izquierda
acentuarán un retroceso y tendrán una mayor
ligereza.
Pero también pasa algo similar con la
ubicación de elementos
en la parte superior, que resultará más
ligera, frente a la inferior, que
dará una mayor sensación de pesadez. Sin
embargo, estas sencillas
pautas se pueden contradecir o
contrarrestar según el tamaño,
la forma, la textura o el color de los
distintos elementos que entran
en el juego compositivo, con el objetivo de
equilibrar la expresión
del conjunto, tal como se verá más
adelante.
En todo caso, más allá de las leyes que
organizan
el espacio en una composición, lo primero
que se debe elegir en un diseño son todos
los elementos
que aparecerán en él. Desde un principio
hay que determinar qué elementos son
necesarios
y cuáles son prescindibles, qué posición
ocuparán
y cómo se distribuirán sobre la superficie
disponible.
Dichos elementos son: líneas, letras,
bloques
de texto, imágenes, fondos y formas y, por
último,
textura, tamaño y valor.
LÍNEAS
Las líneas se pueden utilizar de múltiples
maneras
en una composición, ayudando a organizar
la información. Pueden dirigir el ojo del
espectador
a distintas zonas del conjunto y llamar la
atención
sobre un lugar concreto, influir sobre el
estado de
ánimo, generar un ritmo de lectura,
jerarquizar y
definir el resto de elementos, y también
delimitar
partes del diseño.
LETRAS
Los tipos de letra son a los ojos como los
distintos
tipos de voz al lenguaje hablado, con una
influencia decisiva en el mensaje, aun
cuando en
principio parecen pasar desapercibidos. Su
elección
está guiada por criterios estéticos y por
factores
emotivos, aunque, sobre todo, por razones
de
legibilidad (reconocimiento). Al igual que
con el resto
de elementos gráficos, lo importante es
aprovechar
el máximo partido mediante el conocimiento
de las distintas alternativas y la buena
elección del
elemento más adecuado para cada situación.
Las portadas de cualquier revista están
sujetas a principios compositivos que
tratan
de equilibrar el texto con la imagen y los
colores para estructurar el mensaje y
atraer
al espectador mediante efectos variados.
BLOQUES DE TEXTO
Cuando las letras componen un texto, más
que
un título o un nombre, en su conjunto
forman una masa
visual que debe cumplir el máximo criterio
de legibilidad
(reconocimiento y comprensión de la
lectura). En
estos se considera no sólo la capacidad
comunicativa
del contenido, sino también el
interletrado, el interlineado,
la justificación, el tamaño y el tipo,
además del número
de columnas y otros factores que
proporcionarán
mayor o menor dinamismo o expresividad al
conjunto.
IMÁGENES
A menudo, el diseño se basa en la
yuxtaposición
de palabras e imágenes (fotos, dibujos,
ilustraciones)
que complementan su dimensión informativa y
estética.
Las imágenes tienen la capacidad de
transformar el
potencial comunicativo del diseño gráfico:
su utilización
o su omisión determinará profundamente el
sentido del
mensaje; la elección de la imagen podrá
mejorar, en
todo caso, la comprensión del contenido.
Debido a la
infinitud de posibilidades expresivas, cada
imagen posee
una direccionalidad y un peso visual que
determina
su colocación en la composición influyendo
en el
resto de elementos con el fin de atraer y
mantener la
atención del espectador. El predominio de
un color, el
contraste, la saturación, etc. de las
imágenes, son capaces
de provocar distintos efectos y sensaciones
sobre
los espectadores, y, por ello, su elección
puede contribuir
a enfatizar lo que se pretende mostrar.
Por ejemplo, en las tres cubiertas de
novela, bajo
estas líneas, la fuerza visual de las
imágenes se debe
a que destacan sobre un fondo claro pero,
sobre todo a
la elección de éstas y al juego de
asociaciones de ideas
que muestra con gran efectismo. La
tipografía y su organización
hacen el resto ( cubiertas diseñadas por
Daniel
Gil para Alianza Editorial, entre 1965 y
1969).
Las letras y los bloques de texto ofrecen
la información
necesaria para comunicar el mensaje. La
elección de la
tipografía, de su color y tamaño, o su
disposición en el
plano son cuestiones fundamentales que
determinan la
importancia jerárquica del contenido, la
legibilidad o la
expresión visual que se pretenda en cada
caso. No será lo
mismo una portada de un periódico que una
portada de
novela, pues en el primer caso se trata de
informar con
muchas novedades cotidianas, y en el
segundo caso, ofrecer
una información basada en un título, un
autor y la
editorial que lo promueve.
FONDOS Y FORMAS
ZONAS BLANCAS: la expresión a través del espacio en blanco
supone organizar un vacío al que estamos
acostumbrados
por escribir sobre papel blanco. Las zonas
blancas añaden
calidad, funcionalidad y claridad en el
espacio compositivo. Aumentan
la legibilidad, resaltan las formas y, si
se estructuran
con equilibrio junto a otros elementos o
fondos de color, mejoran
la visión del conjunto.
ZONAS DE COLORES: un fondo distinto del blanco añade
variedad al diseño, contribuye a realzar el
texto cuando se elige
el color adecuado del mismo y facilita la
delimitación del
bloque de lectura. Mediante el conocimiento
de las propiedades
simbólicas y psicológicas del color, así
como sus características
principales, las posibilidades de expresión
son muy amplias
y dan lugar a recursos muy útiles para
transmitir determinados
mensajes: pueden crear énfasis, marcar la
estructura,
determinar la jerarquía, definir la
dirección, llamar la atención
o provocar atracción. Su aportación estará
condicionada por el
número de colores empleados y las
combinaciones realizadas.
TEXTURA, TAMAÑO Y VALOR
La textura aporta sensaciones que influyen
en la percepción
de los demás elementos, pues, al igual que
el color, pueden realzar
zonas de lectura o puntos de atención,
estructuran el diseño y
pueden estimular sensaciones táctiles y
estados de ánimo. La ilusión
de textura se puede realizar también como
un patrón de repetición
de motivos variados que aporten dinamismo
visual a las
superficies. En cuanto al tamaño, las
dimensiones de las zonas o
de cualquiera de los elementos gráficos
influye notablemente en
la atención del individuo, y determina el
orden jerárquico de la
visión del diseño. A través del contraste o
de los valores se amplían
las posibilidades expresivas de la
composición gráfica, ya
que la mayor o menor claridad de los
elementos supone una distinción
que ayuda a comprender el mensaje y a
establecer un orden
necesario.
PRINCIPIOS COMPOSITIVOS
La experiencia visual es dinámica y la
mente organiza toda
la información percibida, no como elementos
independientes, sino
como tensiones que surgen de las relaciones
y variaciones de
tamaño, forma, ubicación o color de cada
objeto. En una composición,
los elementos dependen unos de otros y el
cambio de forma
o de color de uno puede trastocar la visión
de conjunto: los elementos
así organizados deben constituir un todo y
no la suma de
sus partes para que el mensaje sea claro y
comprensible. Tanto
en las artes visuales, como en el diseño
gráfico, existen unos principios
que contribuyen a la estructura organizada
en el plano y
que se relacionan entre sí, favoreciéndose,
complementándose o
contraponiéndose. Los conceptos que se van
a explicar no son
los únicos, ni tampoco son principios
aislados, pues muchas veces
se complementan y en otras ocasiones son
dependientes entre
sí. Aunque no representan reglas absolutas
o fijas, pueden
ayudar a comprender la manera de organizar
de forma coherente
los elementos en un diseño, teniendo
siempre en cuenta que el
proceso puede llevarse a cabo de modos muy
diversos.
PROPORCIÓN, ESCALA Y DIMENSIÓN
La proporción, asociada a la escala y a la
dimensión, es
uno de los factores más importantes para
establecer la relación
de las partes respecto al todo. Esto indica
que los elementos se
deben estructurar siguiendo unas relaciones
de tamaño que mantengan
el equilibrio y la coherencia visual. La
proporción es una
magnitud visual que puede apreciarse sin
necesidad de cálculos
o medidas: según el contexto, algunas
proporciones gustan y otras
disgustan, pero lo cierto es que la
estructura de una composición
se ve marcada por este factor.
La proporción en las artes visuales ha sido
objeto de muchos
estudios y constantes reinterpretaciones,
pues, cuando se habla
de proporciones equilibradas se piensa en
la proporción áurea o
el número de oro, al que se le asigna un valor de 1,618. Esta
proporción es la división armónica de una
recta, que se expresa
así: al cortar una línea en dos partes
desiguales, el segmento menor
debe ser al segmento mayor, como éste a la
totalidad de la recta.
Esta relación entre medidas, trasladada a
la construcción de un
rectángulo áureo, determina que el lado
menor sea proporcional
al mayor, y aunque el rectángulo varíe de
tamaño no varía su
proporcionalidad (cambio de escala). Esta
proporción, que fue
desarrollada en la antigua Grecia, aunque
ya se conocía en Egipto,
se obtiene a partir de una sencilla fórmula
de comparación que se
La composición de un diseño gráfico
conlleva
un estudio de las relaciones entre los
elementos que se van a disponer en él.
Esta
relación de medidas, extraída a partir de estudios
matemáticos que relacionan la geometría con
la belleza natural
se plantea como un patrón de armonía y
buenas proporciones, de
perfección. Este factor se utiliza en
algunos diseños, si bien la
libertad en cuanto al método de asignar
medidas y de disponer
los distintos elementos en una composición,
hace que se puedan
desarrollar muchas otras composiciones
proporcionadas en un
diseño gráfico.
El tamaño de las cosas es relativo, pues
siempre va a depender
de los elementos con los que se relacione.
La elección de
un tamaño mayor o menor implica
inevitablemente la comparación
de dimensiones entre los elementos
utilizados, con lo que se
establecen tensiones que modifican la
percepción del conjunto y,
con ello, su significado. Se considera que
las formas pequeñas
poseen menor peso visual que las grandes,
aunque éste aumenta
cuanto más irregulares sean las formas. Por
este mismo principio,
los elementos pequeños parecen más débiles
y delicados, más
lejos, mientras que los grandes se
potencian aún más, se expanden
y se aproximan.
El concepto de escala interviene cuando se
establecen relaciones
de proporcionalidad entre los elementos de
una composición.
La escala posibilita la modificación de un
objeto sin que se
vean afectados sus rasgos estructurales ni
cualquier otra propiedad
del mismo, excepto su tamaño. Esto implica
que un elemento
gráfico puede variar de tamaño sin cambiar
la forma ni la estructura
respecto a las dimensiones fijas del
soporte o de otros elementos,
en función de una razón matemática. Se
entiende así que dos
formas son semejantes cuando son iguales en
proporciones, aunque
su posición o su tamaño sean distintos.
Pero también puede
tratarse de una variación de un grupo de
elementos que se escalan
respecto a otro que los contiene sin perder
sus proporciones.
Es, por ejemplo, el caso de las plantas
arquitectónicas, cuyas dimensiones
no se podrían plasmar sobre un papel, por
grande que
fuera, y así se establece una reducción
(escala reductora), aunque
también se emplean escalas de ampliación en
otras expresiones
gráficas (planos de objetos industriales
diminutos). En resumen,
la escala, puede modificar el tamaño de un
elemento, pero
no la proporción de sus partes
constituyentes.
EQUILIBRIO
No siempre se aplica este concepto en el
ámbito
del diseño gráfico, pues, en raras
ocasiones se emplea
intencionadamente el desequilibrio con el
fin de
obtener algún efecto concreto sobre el
espectador,
sobre todo cuando se pretende inquietarlo
por alguna
razón. Una composición desequilibrada
parece accidental,
transitoria y desconcertante. Sus elementos
muestran una tendencia a cambiar de lugar y
de forma
para alcanzar un estado que concuerde mejor
con
la estructura global. Es así como, de forma
intuitiva,
nuestro pensamiento intenta organizar lo
que se percibe
a través de los ojos para construir un
equilibrio.
El equilibrio es un hecho físico propio de
nuestra anatomía
y nos permite sentir la orientación de
nuestro
cuerpo respecto al entorno, así como la
situación de
los elementos que manejamos o vemos en
relación a
nuestra simetría humana. Pero también es
una ciencia
que nos ofrece información acerca de la
colocación
de pesos, magnitudes y masas en el mundo
que
vivimos. Trasladando estas percepciones, se
alcanza
a comprender que el equilibrio compositivo
no es más
que una aplicación razonada de nuestras
sensaciones
intuitivas.
El equilibrio en el diseño gráfico, como en
otras artes visuales,
se puede conseguir de muchas maneras,
tratando de buscar
la compensación entre los elementos como si
de una balanza se
tratara. Surge entonces el concepto de peso
visual, equivalente al
peso físico, pero más subjetivo, ya que
está sometido a parámetros
perceptivos, socioculturales y emocionales.
Aún así, el peso
visual es un término que identifica la
propiedad de aumentar o
disminuir el equilibrio de los elementos
porque ejerce una fuerza
óptica. Aparte de su atracción y fuerza, el
peso visual depende de
varios factores:
La distancia del elemento al centro: cuanto más cerca más peso.
El tamaño del elemento: en igualdad de condiciones, el elemento
mayor tendrá mas peso.
La forma, la textura y el color de los elementos: el efecto texturado
aumenta el peso, así como los elementos
irregulares y
los colores cálidos.
La ubicación arriba-abajo: un elemento pesará más cuanto más
elevado esté.
La ubicación izquierda-derecha: un elemento pesará más a la
derecha que a la izquierda.
La relación de espacio respecto al elemento: cuando se encuentra
aislado pesa más que rodeado de otros
elementos.
La percepción del peso visual puede estar influida también por
el estado de ánimo o la emotividad del
espectador.
El equilibrio es un concepto muy importante en el mundo
de las artes visuales y, por supuesto, del
diseño gráfico.
Una composición basada en elementos que se
combinan e
interaccionan entre sí sobre un plano debe
tener presente
el peso visual que permite equilibrar el conjunto.
El esquema
superior permite considerar que,
básicamente, en
un soporte bidimensional, la zona superior
ejerce un mayor
peso visual que en la zona inferior (viñeta
izquierda),
mientras que la zona izquierda tiene menor
peso que la
zona de la derecha (viñeta derecha).
No obstante, hay otros condicionantes que
pueden variar
este principio general: el color o la
textura de los objetos,
el tamaño, el color del fondo o las
direcciones marcadas
por las tensiones entre los elementos.
En cualquier caso, la manera de medir el
peso de
las formas y líneas del diseño se realiza
mediante el análisis
de la importancia visual de éstos dentro de
la composición,
intentando equilibrar los elementos de
mayor
importancia, con los de menor importancia,
y los de mayor
peso con los de menor. La experiencia
contribuye,
además, a mejorar la capacidad de
estructurar las relaciones
de peso visual entre los elementos
gráficos.
Por lo general, se establecen dos tipos de
equilibrio
visual principales: el equilibrio simétrico
y el equilibrio
asimétrico.
EQUILIBRIO AXIAL O SIMÉTRICO: se genera un equilibrio
simétrico cuando se divide una composición
en
dos partes iguales, dando lugar a la
igualdad de color,
textura, formas, tamaño y estructura
(simetría especular).
Ningún elemento sobresale más que otro
respecto a su correspondiente simétrico y
todo parece
en perfecto orden. Esta regularidad
constituye un
factor estético de armonía utilizada en
numerosas expresiones
creativas del ser humano, pero la presencia
de la simetría puede resultar excesivamente
monótona
y previsible, pues no permite la
interpretación
activa del espectador, ni despierta la
sensación dinámica
del mensaje visual. Esto no quiere decir,
por otro
lado, que el equilibrio creado por la
simetría sea poco
sugestivo, pues a menudo evaluamos el
atractivo visual
de un objeto por su simetría.
EQUILIBRIO OCULTO O ASIMÉTRICO: se produce
cuando a cada lado de la división
imaginaria de una
composición los elementos no se
corresponden en
tamaño, color, forma, color o estructura
(no existe la
simetría especular), pero sí se advierte
una impresión
de equilibrio entre los elementos. Al haber
diferentes
pesos visuales a cada lado del eje, el
efecto ejerce
una mayor impresión de actividad, provoca
sensaciones
más vitales, más dinámicas, y consigue
evitar la
monotonía. Cuando en el aparente desorden,
los elementos
que se distribuyen en la composición se
contraponen
y se contrarrestan unos a otros tratando de
mantener un estado de equilibrio de pesos
visuales,
direcciones y tensiones, el efecto visual
del conjunto
aparecerá más rico en matices y más
atrayente en su
apreciación.
El grado de dominio del lenguaje visual en
la articulación
de los elementos de la composición
asimétrica
determinará la calidad del diseño, pues en
un esquema
de equilibrio asimétrico se puede caer
fácilmente
en el error de agrupar desordenadamente los
elementos
provocando el caos o la ambigüedad,
perjudicando
y degradando los criterios básicos de la
comunicación
visual.
MOVIMIENTO-DINAMISMO
El equilibrio no implica ausencia de
movimiento. Una imagen
estática, como una composición pictórica o
un diseño gráfico,
puede implicar sensaciones de movimiento
como respuesta al
énfasis y a la intención del diseño
elaborado. En el proceso de la
visión, la mirada indaga constantemente
sobre todo lo que se percibe
en el entorno, acaparando numerosa
información visual. El
hecho de leer implica el seguimiento ocular
mediante una secuencia
organizada, la imagen fotográfica o
artística fuerza al espectador
a determinar un seguimiento de los puntos
de atención que
surgen de los elementos y de las formas que
la componen… Sin
duda, la percepción del movimiento visual
influye en las sensaciones
motoras inconscientes y se convierten en un
juego dinámico
de tensiones que se pueden disponer con una
finalidad precisa.
Se puede «obligar» al espectador a seguir
una dirección concreta,
a sentir el movimiento de la composición,
gracias a una distribución
efectiva del peso visual de los elementos y
de la ubicación
o disposición de éstos en un determinado
lugar del plano gráfico.
En muchas composiciones se busca crear
tensión mediante
el desequilibrio del orden configurado,
obteniendo con los mismos
elementos un gran número de efectos
diferentes al modificar
algunas de sus propiedades o ubicación en
el espacio.
ALTERNANCIA Y RITMO
La variación de las formas y sus
propiedades expresivas
(color, textura, tamaño, etc.), aparte de
dinamizar la composición,
reduce la monotonía visual. Este principio
conjuga dos conceptos,
la alternancia y el ritmo, que constituyen
un medio de crear
orden en una composición. La alternancia,
que implica continuidad
en la repetición de una forma, crea un
ritmo que puede producir
diferentes sensaciones estéticas según se
presente, desde algo
armónico, pausado y sencillo, hasta algo
turbulento, dinámico y
desconcertante.
El ritmo forma parte de nuestras vidas de
forma natural: los
latidos del corazón, los pasos que damos al
caminar, el parpadeo
de nuestros ojos… Pero también de otras
muchas actividades creadas
por el ser humano: la música, el tic-tac
del reloj o el sonido de
una sirena, y, por supuesto, en las
composiciones visuales
Quizá debido a esto, el espectador puede llegar a identificar
un ritmo compositivo con aspectos emocionales o con sensaciones
cinestésicas (de movimiento)
un ritmo compositivo con aspectos emocionales o con sensaciones
cinestésicas (de movimiento)
de diferente apreciación, dependiendo de la
disposición, de la
forma, de la densidad, o del color de los
elementos empleados.
En cuanto a sus posibilidades de expresión,
se plantean dos
maneras de diferenciar los tipos de ritmo
en una composición:
Ritmo monótono o por alternancia: se caracteriza por su disposición
de elementos iguales a intervalos
constantes, llegándose
a considerar tan natural o común que el
observador no
llega a percibirlo (bajo estas líneas, a la
izquierda).
Ritmo dinámico: presenta elementos iguales a intervalos diferentes,
o elementos desiguales a intervalos iguales
o desiguales,
que pueden crecer o decrecer en
dimensiones, o pueden
cambiar de color o de textura gráfica.
Sobre estas líneas, a la
derecha, se ven dos maneras diferentes de
expresar un ritmo
dinámico a partir del ritmo monótonos
CONTRASTE
El contraste es un efecto que permite
resaltar el peso visual
de uno o más elementos que forman parte de
una composición.
Desde el momento en que se coloca un
elemento sobre el soporte
bidimensional (cartel, carátula, etc.) se
genera un contraste. No
obstante, en una composición se consigue
este contraste, sobre
todo, mediante el enfrentamiento o la
divergencia que se aprecia
entre los elementos gráficos utilizados,
forzando a dirigir la atención
del espectador hacia ellos. Un tira y
afloja virtual marcado
por las variantes de color, textura,
tamaño, orientación, etc. que
se puede articular de múltiples maneras,
como la imagen sorprendente
del chocolate Milka al mostrar una vaca pintada de color
violeta sobre la que se escribe la marca
del producto.
Los
contrastes más usuales son:
Contraste de valor: cuando se utilizan valores opuestos o extremos
de claridad-oscuridad. En este caso, el
elemento de
color más oscuro tendrá mayor peso tonal,
destacando así el
más claro, tanto más cuanta mayor diferencia
de valor exista
entre ambos. A medida que se disminuye el
valor del elemento
más oscuro respecto al claro, el contraste
disminuye, con lo
cual, si se pretende mantener la fuerza
expresiva de la diferencia
lumínica, habrá que aclarar más el elemento
contrapuesto
o ampliar su tamaño.
Contraste de colores: de las propiedades del color (tono, valor
y saturación) el tono o tinte es el
responsable de ofrecer
mayor contraste. Dos elementos de colores
complementarios
se potencian el uno al otro, lo mismo que
el caso de un color
cálido frente a uno frío. El efecto de
contraste creado entre dos
colores aumentará cuanto más contrapuestos
se hallen dentro
del círculo cromático, al contrario que los
análogos, más cercanos
en el círculo cromático. En el ejemplo que
mostramos, a
la derecha, el cartel Necesitamos sangre expresa a través del
color una asociación mental con la sangre,
ampliando su fuerza
visual con un ritmo muy dinámico de formas
circulares que
disminuyen mientras se elevan sobre un
fondo azul que fuerza
el contraste.
Contraste de texturas: un elemento con textura gráfica fina
contrastará respecto a otra con textura
gruesa, resaltando la
de mayor grano. Además del tamaño de la
textura, la densidad,
la direccionalidad o el tipo de variante
generarán contrastes
de textura según la disposición y la
amplitud de los elementos.
Contraste de contornos: los contornos irregulares destacan
sobre las formas regulares, más fáciles de
reconocer. Una forma
abstracta y desigual atraerá más la
atención que una forma
geométrica sencilla, al igual que las
texturas. Igualmente, la
tipología del contorno (quebrado, ondulado,
almenado, etc.)
intensificará en mayor o menor grado el
contraste cuando se
yuxtapongan, siendo más poderosas las
líneas angulosas y
agudas, un método muy utilizado para
destacar la importancia
de una oferta en cualquier producto (imagen
inferior).
Contraste de escala: se produce mediante la contraposición
de elementos a diferentes escalas de lo
habitual, o por medio
del uso de proporciones inauditas. Al
generar un desconcierto
sobre el espectador, acostumbrado a ver las
cosas a una escala
concreta, se logra llamar su atención y
presentar un contraste
discordante de gran interés visual.
Contraste de posición y orientación: cuando en un grupo de
elementos iguales o similares una forma
cambia de orientación
respecto al conjunto, puede marcar una
discrepancia que
suponga un contraste respecto al orden
establecido. De este
modo genera un conflicto visual al oponerse
a un conjunto de
elementos organizados de otro modo. En la
imagen de la izquierda,
los pictogramas se organizan en filas y
columnas formando
un entramado homogéneo de siluetas
verticales, pero
una de ellas destaca entre todas por su orientación,
individualizándose
y atrayendo la atención.
El contraste puede ayudar a provocar
énfasis en una composición,
forzando la atención del espectador o
lector y así tratar
de hacerle llegar el mensaje de una manera
más directa y dinámica
o transmitiéndole diversos significados al
mismo tiempo.
UNIDAD
Cuando se logra la unidad en una
composición, no es posible
mover o sustituir o eliminar sus elementos
sin que el conjunto
quede perjudicado por alteraciones o
desintegraciones. Esto quiere
decir que a través de la unidad, el diseño
o la composición expresa
una idea integradora, una idea única y
coherente. Esta idea
debe prevalecer en la relación e
interacción que desarrollen los
diferentes elementos que forman parte de un
todo. Así, todos los
elementos que constituyen e interactúan en
una composición, independientemente
de su condición formal, deben relacionarse
de
manera recíproca tratando de mantener la
estabilidad general
apoyándose los unos a los otros en
beneficio del conjunto. Esta
propiedad, que abarca el principio
fundamental de adecuación a
la finalidad del diseño, es una cualidad
básica e importante de
toda composición. La incoherencia, la
disgregación por falta de
unidad, podría pervertir la organización
espacial, y, con ello, la
intención del significado expresivo del
mensaje visual.
MODULACIÓN Y ESTRUCTURAS RETICULARES
Además de los principios compositivos que
propician una
organización estructurada e inteligible,
existen unos métodos compositivos
basados en la repetición de elementos
(módulos) sobre
estructuras geométricas simples (redes
básicas) que pueden, utilizando
parámetros de deformación definidas por el
diseñador,
variar en complejidad. Las retículas, a su
vez, sirven para diferenciar
espacios en los que se ubicarán textos,
imágenes, formas y
otros elementos gráficos para dar cuerpo a
la maquetación de
textos, de catálogos, de páginas web, etc.
MODULACIÓN
El diseño modular es una técnica ancestral
que se viene utilizando
tanto como superficies decorativas en la
arquitectura como
en variados objetos elaborados por el ser
humano (vasijas, tejidos,
etc.). La modulación se fundamenta en el
uso repetitivo de
un elemento estructural, llamado módulo,
que alcanza a cubrir
una superficie mediante una estructura
invisible que organiza el
espacio visual, llamada a veces retícula.
Aunque no siempre se
emplea esta estructura o red sobre la que
se disponen los módulos
repetidos, en muchas ocasiones esta
partición regular del plano
juega un papel fundamental para conseguir
el efecto de modulación
requerida.
Las tramas invisibles que ayudan a disponer
los módulos o
la creación de los mismos, no son tampoco
invariables y se pueden
deformar de muchas formas (estirar,
torsionar, combinar, etc.) para
animar y diversificar la expresión de la
composición.
Existen módulos muy complejos diseñados
para el mundo
de las artes plásticas, de la arquitectura
y de la ingeniería y es
posible crear disposiciones múltiples que
crean juegos rítmicos
ornamentales. La aplicación de la
modulación suele ser más útil
para unos trabajos que para otros, pero,
por ejemplo, resulta ineludible
en el diseño de señalización, de
revestimientos cerámicos
y de paneles informativos y en el diseño de
prensa, aunque
no es necesario aplicarla a un logotipo o a
un envase.
RETÍCULAS
La retícula es una herramienta invisible
pero perceptible, sobre
la cual se distribuyen los diferentes
elementos gráficos, pero
también es un método que proporciona una
estructura para construir
elementos, tal como se ha dicho antes.
Sirve para organizar,
configurar y conseguir una mejor
visualización o comunicación
visual mediante soluciones rápidas, seguras
y legibles.
Aunque en ocasiones se confunden los
términos
red o malla con retícula para definir la
estructura
básica para la modulación, cuando se habla
de
diseño gráfico o comunicación visual, la
retícula es
el sistema que estructura y planifica la
distribución
de la información en fragmentos manejables
para
orientar al espectador a encontrar la
información
apropiada. Es decir, que sirve de guía y
constituye
un principio organizador que mantiene el
sentido del
orden y lo transforma en parte sustancial
del diseño.
Las retículas más comunes se forman a base
de
columnas, márgenes y espacios horizontales,
en
campos que puedan acoger cualquiera de los
elementos
del diseño. Además, hay retículas
apropiadas
para la modulación de la publicidad o para
otro
tipo de publicaciones especiales.
Trabajar con una estructura previa de
página y utilizarla como
guía para colocar los elementos aporta
beneficios, tanto al diseñador,
como al lector, pues así se evita el
desorden y se mantiene
equilibrado el conjunto en una unidad
coherente.
Gracias a las retículas y a las plantillas,
el espacio gráfico
está dirigido por una serie de relaciones
entre las partes y el todo
que suponen una mejora de la distribución y
estructuración de los
bloques de texto, de los títulos, los
subtítulos y todos los elementos
gráficos que se incorporen para manifestar
un contenido que
ha de ser comprendido y con el estilo que
se pretende comunicarlo.
Según lo que se estime adecuado para la
publicación, se tienen
en cuenta unos condicionantes básicos, pero
variables, que
influyen en el proceso de creación de la
retícula:
El espacio disponible según el formato.
El número de fotografías e imágenes por página y el tipo de
tipografía.
Prioridades de comunicación (lo que se pretende expresar, cómo
se quiere mostrar y a quién va dirigido).
En todo caso, las alternativas y
posibilidades de composición
son tan diversas, que se delega en el
diseñador la flexibilidad
de los casos particulares, una vez
establecidas las pautas y
requerimientos para el diseño final.
CONSIDERACIONES Y DECISIONES
Después de haber visto los principios
básicos de composición
de los elementos gráficos y las cuestiones
más relevantes en torno
al proceso del diseño gráfico, es
conveniente conocer algunas
consideraciones sobre los requerimientos
generales del
proceso, antes de empezar a diseñar:
Es imprescindible tener los datos del formato del soporte
(tarjetas, folletos, carteles, etc.).
Se debe tener la máxima información posible sobre el
tema (idea, empresa, imagen...) que se va a
transmitir.
Hay que conocer el segmento de población al que va
dirigido y tener definido el ámbito
geográfico que se
pretende cubrir (local, provincial,
nacional, internacional).
Es necesario seleccionar los elementos que se van a
utilizar y determinar el lugar que
ocuparán, pues debe
justificarse la utilidad real de cada uno
de ellos en la
composición final.
Conviene definir las partes ocupadas por los elementos
y las que quedarán libres, garantizando un
equilibrio
visual que impida el sobrecargamiento o la
descoordinación.
Como en todo diseño, es recomendable preparar unos
bocetos iniciales sobre la composición,
probando diferentes
opciones con cambios de ubicación, de
tamaño,
de colores, etc. de los elementos gráficos,
para
perfeccionar el impacto visual y la calidad
del diseño
en todas sus dimensiones semánticas y
comunicativas.
Saber el tipo de material en que se reproducirá el diseño
ayuda a concretar lo que se intenta
comunicar.
Después de haber acotado los condicionantes
citados,
las ideas estarán sometidas a unos límites
dentro de
los cuales el ingenio y la creatividad se
encargarán de
ofrecer las posibilidades de expresión más
originales y
convincentes. En la interpretación final
del mensaje no
sólo interviene la colocación de los
distintos elementos,
sino la percepción final que tenga el
destinatario (espectador
o lector). Para ello, se entiende que el
diseñador es
conocedor de las características
perceptivas de los usuarios
en los siguientes términos:
Elección de los elementos gráficos en función de aspectos
psicológicos de la percepción humana y de
las
significaciones culturales que pueden tener
ciertos elementos
(colores, orden de lectura, simbolismo,
iconografía,
etc.), buscando un equilibrio lógico entre
las
sensaciones visuales y la información
ofrecida.
Concienciación respecto a los mecanismos de percepción
visual y de la interpretación de trazos,
texturas,
colores, etc. para alcanzar la máxima
eficacia comunicativa
en la transmisión del mensaje por medio de
una
composición que impacte visualmente al
espectador y
le haga receptivo.
Percepción de experiencias derivadas del entorno y
de la propia existencia, como las
asociaciones de calor-
rojo o noche-oscuro, que pueden ser
utilizadas en
la expresión del mensaje visual con
intención evocativa.
Además de las retículas y otras líneas de
guía que puedan
servir para planificar el diseño gráfico,
la textura,
la tipografía, el color, etc. son, en todo
caso, los elementos
que producen las sensaciones visuales más fuertes
de la comunicación visual. Eso sí, siempre
es conveniente
apoyar dichos elementos sobre una
estructura
equilibrada que permita potenciar lo que
habrá de
verse finalmente.
Por otro lado, es oportuno entender que el
diseño tiene
un público variado y no sirven los mismos
recursos
para atraer a todo el mundo. Hay diseños
para adultos,
y diseños
para niños.
Bibliografía: FUNDAMENTOS DEL DISEÑO, de José Luis Navarro Lizandra.
Bibliografía: FUNDAMENTOS DEL DISEÑO, de José Luis Navarro Lizandra.
Hola Helena!, eres la primera en entrar y darte de alta en el blog, bienvenida!
ResponderEliminarSubí esta entrada para que puedan ir leyendo los conceptos básicos para el desarrollo de un diseño en general y en concreto un diseño gráfico, mañana lo explico en clase acompañado de ilustraciones pero esto es básico para los trabajos que tienen que desarrollar en breve.