20 de octubre de 2013

COMPOSICIÓN Y ORGANIZACIÓN DE ELEMENTOS GRÁFICOS

Un diseño gráfico implica organizar la información de los distintos
elementos que componen la expresión visual, tratando de
hacer comprensible el mensaje a la vez que atractivo. En diseño
hay que estar familiarizado con los principios universales que rigen
la organización espacial, tanto del plano bidimensional como
del ámbito tridimensional. Son cuestiones que garantizan el buen
funcionamiento de la composición con el fin de conseguir los propósitos
básicos de la comunicación visual: captar la atención y
comunicar el mensaje con claridad y sin interferencias. Dentro del
amplio espectro de culturas, no siempre se cumplen estos principios
ni siempre son claros los mensajes; por eso, lo habitual es
considerar algunos mecanismos fundamentales que sirvan de guía
para desarrollar un diseño con cierta calidad. A partir de aquí, y en
nuestra cultura occidental, cada individuo puede ser capaz de
generar muchas y novedosas ideas a través de su capacidad creativa.
LA COMPOSICIÓN Y LOS ELEMENTOS GRÁFICOS


En nuestra sociedad, la lectura se produce de izquierda a


derecha y de arriba abajo, y este modo de establecer contacto


visual con el plano influirá, sin lugar a dudas, en los factores que


se disponen para que el mensaje alcance su finalidad. Así, en una


determinada composición, algunos de los elementos gráficos


(ilustraciones, color, texto, etc.) tendrán mayor o menor potencia


visual según la ubicación que se asigne respecto a los demás y


respecto al conjunto: los situados a la derecha poseen un mayor


peso visual y provocan una sensación de avance hacia el


espectador, mientras que los que se sitúan a la izquierda


acentuarán un retroceso y tendrán una mayor ligereza.


Pero también pasa algo similar con la ubicación de elementos


en la parte superior, que resultará más ligera, frente a la inferior, que


dará una mayor sensación de pesadez. Sin embargo, estas sencillas


pautas se pueden contradecir o contrarrestar según el tamaño,


la forma, la textura o el color de los distintos elementos que entran


en el juego compositivo, con el objetivo de equilibrar la expresión


del conjunto, tal como se verá más adelante.


En todo caso, más allá de las leyes que organizan


el espacio en una composición, lo primero


que se debe elegir en un diseño son todos los elementos


que aparecerán en él. Desde un principio


hay que determinar qué elementos son necesarios


y cuáles son prescindibles, qué posición ocuparán


y cómo se distribuirán sobre la superficie disponible.


Dichos elementos son: líneas, letras, bloques


de texto, imágenes, fondos y formas y, por último,


textura, tamaño y valor.



LÍNEAS


Las líneas se pueden utilizar de múltiples maneras


en una composición, ayudando a organizar


la información. Pueden dirigir el ojo del espectador


a distintas zonas del conjunto y llamar la atención


sobre un lugar concreto, influir sobre el estado de


ánimo, generar un ritmo de lectura, jerarquizar y


definir el resto de elementos, y también delimitar


partes del diseño.

LETRAS


Los tipos de letra son a los ojos como los distintos


tipos de voz al lenguaje hablado, con una


influencia decisiva en el mensaje, aun cuando en


principio parecen pasar desapercibidos. Su elección


está guiada por criterios estéticos y por factores


emotivos, aunque, sobre todo, por razones de


legibilidad (reconocimiento). Al igual que con el resto


de elementos gráficos, lo importante es aprovechar


el máximo partido mediante el conocimiento


de las distintas alternativas y la buena elección del


elemento más adecuado para cada situación.


Las portadas de cualquier revista están


sujetas a principios compositivos que tratan


de equilibrar el texto con la imagen y los


colores para estructurar el mensaje y atraer


al espectador mediante efectos variados.

BLOQUES DE TEXTO


Cuando las letras componen un texto, más que


un título o un nombre, en su conjunto forman una masa


visual que debe cumplir el máximo criterio de legibilidad


(reconocimiento y comprensión de la lectura). En


estos se considera no sólo la capacidad comunicativa


del contenido, sino también el interletrado, el interlineado,


la justificación, el tamaño y el tipo, además del número


de columnas y otros factores que proporcionarán


mayor o menor dinamismo o expresividad al conjunto.

IMÁGENES


A menudo, el diseño se basa en la yuxtaposición


de palabras e imágenes (fotos, dibujos, ilustraciones)


que complementan su dimensión informativa y estética.


Las imágenes tienen la capacidad de transformar el


potencial comunicativo del diseño gráfico: su utilización


o su omisión determinará profundamente el sentido del


mensaje; la elección de la imagen podrá mejorar, en


todo caso, la comprensión del contenido. Debido a la


infinitud de posibilidades expresivas, cada imagen posee


una direccionalidad y un peso visual que determina


su colocación en la composición influyendo en el


resto de elementos con el fin de atraer y mantener la


atención del espectador. El predominio de un color, el


contraste, la saturación, etc. de las imágenes, son capaces


de provocar distintos efectos y sensaciones sobre


los espectadores, y, por ello, su elección puede contribuir


a enfatizar lo que se pretende mostrar.


Por ejemplo, en las tres cubiertas de novela, bajo


estas líneas, la fuerza visual de las imágenes se debe


a que destacan sobre un fondo claro pero, sobre todo a


la elección de éstas y al juego de asociaciones de ideas


que muestra con gran efectismo. La tipografía y su organización


hacen el resto ( cubiertas diseñadas por Daniel


Gil para Alianza Editorial, entre 1965 y 1969).


Las letras y los bloques de texto ofrecen la información


necesaria para comunicar el mensaje. La elección de la


tipografía, de su color y tamaño, o su disposición en el


plano son cuestiones fundamentales que determinan la


importancia jerárquica del contenido, la legibilidad o la


expresión visual que se pretenda en cada caso. No será lo


mismo una portada de un periódico que una portada de


novela, pues en el primer caso se trata de informar con


muchas novedades cotidianas, y en el segundo caso, ofrecer


una información basada en un título, un autor y la


editorial que lo promueve.

FONDOS Y FORMAS


ZONAS BLANCAS: la expresión a través del espacio en blanco


supone organizar un vacío al que estamos acostumbrados


por escribir sobre papel blanco. Las zonas blancas añaden


calidad, funcionalidad y claridad en el espacio compositivo. Aumentan


la legibilidad, resaltan las formas y, si se estructuran


con equilibrio junto a otros elementos o fondos de color, mejoran


la visión del conjunto.


ZONAS DE COLORES: un fondo distinto del blanco añade


variedad al diseño, contribuye a realzar el texto cuando se elige


el color adecuado del mismo y facilita la delimitación del


bloque de lectura. Mediante el conocimiento de las propiedades


simbólicas y psicológicas del color, así como sus características


principales, las posibilidades de expresión son muy amplias


y dan lugar a recursos muy útiles para transmitir determinados


mensajes: pueden crear énfasis, marcar la estructura,


determinar la jerarquía, definir la dirección, llamar la atención


o provocar atracción. Su aportación estará condicionada por el


número de colores empleados y las combinaciones realizadas.

TEXTURA, TAMAÑO Y VALOR


La textura aporta sensaciones que influyen en la percepción


de los demás elementos, pues, al igual que el color, pueden realzar


zonas de lectura o puntos de atención, estructuran el diseño y


pueden estimular sensaciones táctiles y estados de ánimo. La ilusión


de textura se puede realizar también como un patrón de repetición


de motivos variados que aporten dinamismo visual a las


superficies. En cuanto al tamaño, las dimensiones de las zonas o


de cualquiera de los elementos gráficos influye notablemente en


la atención del individuo, y determina el orden jerárquico de la


visión del diseño. A través del contraste o de los valores se amplían


las posibilidades expresivas de la composición gráfica, ya


que la mayor o menor claridad de los elementos supone una distinción


que ayuda a comprender el mensaje y a establecer un orden


necesario.

PRINCIPIOS COMPOSITIVOS


La experiencia visual es dinámica y la mente organiza toda


la información percibida, no como elementos independientes, sino


como tensiones que surgen de las relaciones y variaciones de


tamaño, forma, ubicación o color de cada objeto. En una composición,


los elementos dependen unos de otros y el cambio de forma


o de color de uno puede trastocar la visión de conjunto: los elementos


así organizados deben constituir un todo y no la suma de


sus partes para que el mensaje sea claro y comprensible. Tanto


en las artes visuales, como en el diseño gráfico, existen unos principios


que contribuyen a la estructura organizada en el plano y


que se relacionan entre sí, favoreciéndose, complementándose o


contraponiéndose. Los conceptos que se van a explicar no son


los únicos, ni tampoco son principios aislados, pues muchas veces


se complementan y en otras ocasiones son dependientes entre


sí. Aunque no representan reglas absolutas o fijas, pueden


ayudar a comprender la manera de organizar de forma coherente


los elementos en un diseño, teniendo siempre en cuenta que el


proceso puede llevarse a cabo de modos muy diversos.

PROPORCIÓN, ESCALA Y DIMENSIÓN


La proporción, asociada a la escala y a la dimensión, es


uno de los factores más importantes para establecer la relación


de las partes respecto al todo. Esto indica que los elementos se


deben estructurar siguiendo unas relaciones de tamaño que mantengan


el equilibrio y la coherencia visual. La proporción es una


magnitud visual que puede apreciarse sin necesidad de cálculos


o medidas: según el contexto, algunas proporciones gustan y otras


disgustan, pero lo cierto es que la estructura de una composición


se ve marcada por este factor.


La proporción en las artes visuales ha sido objeto de muchos


estudios y constantes reinterpretaciones, pues, cuando se habla


de proporciones equilibradas se piensa en la proporción áurea o


el número de oro, al que se le asigna un valor de 1,618. Esta


proporción es la división armónica de una recta, que se expresa


así: al cortar una línea en dos partes desiguales, el segmento menor


debe ser al segmento mayor, como éste a la totalidad de la recta.


Esta relación entre medidas, trasladada a la construcción de un


rectángulo áureo, determina que el lado menor sea proporcional


al mayor, y aunque el rectángulo varíe de tamaño no varía su


proporcionalidad (cambio de escala). Esta proporción, que fue


desarrollada en la antigua Grecia, aunque ya se conocía en Egipto,


se obtiene a partir de una sencilla fórmula de comparación que se


La composición de un diseño gráfico conlleva


un estudio de las relaciones entre los


elementos que se van a disponer en él.





 Esta relación de medidas, extraída a partir de estudios


matemáticos que relacionan la geometría con la belleza natural


se plantea como un patrón de armonía y buenas proporciones, de


perfección. Este factor se utiliza en algunos diseños, si bien la


libertad en cuanto al método de asignar medidas y de disponer


los distintos elementos en una composición, hace que se puedan


desarrollar muchas otras composiciones proporcionadas en un


diseño gráfico.


El tamaño de las cosas es relativo, pues siempre va a depender


de los elementos con los que se relacione. La elección de


un tamaño mayor o menor implica inevitablemente la comparación


de dimensiones entre los elementos utilizados, con lo que se


establecen tensiones que modifican la percepción del conjunto y,


con ello, su significado. Se considera que las formas pequeñas


poseen menor peso visual que las grandes, aunque éste aumenta


cuanto más irregulares sean las formas. Por este mismo principio,


los elementos pequeños parecen más débiles y delicados, más


lejos, mientras que los grandes se potencian aún más, se expanden


y se aproximan.


El concepto de escala interviene cuando se establecen relaciones


de proporcionalidad entre los elementos de una composición.


La escala posibilita la modificación de un objeto sin que se


vean afectados sus rasgos estructurales ni cualquier otra propiedad


del mismo, excepto su tamaño. Esto implica que un elemento


gráfico puede variar de tamaño sin cambiar la forma ni la estructura


respecto a las dimensiones fijas del soporte o de otros elementos,


en función de una razón matemática. Se entiende así que dos


formas son semejantes cuando son iguales en proporciones, aunque


su posición o su tamaño sean distintos. Pero también puede


tratarse de una variación de un grupo de elementos que se escalan


respecto a otro que los contiene sin perder sus proporciones.


Es, por ejemplo, el caso de las plantas arquitectónicas, cuyas dimensiones


no se podrían plasmar sobre un papel, por grande que


fuera, y así se establece una reducción (escala reductora), aunque


también se emplean escalas de ampliación en otras expresiones


gráficas (planos de objetos industriales diminutos). En resumen,


la escala, puede modificar el tamaño de un elemento, pero


no la proporción de sus partes constituyentes.

EQUILIBRIO


No siempre se aplica este concepto en el ámbito


del diseño gráfico, pues, en raras ocasiones se emplea


intencionadamente el desequilibrio con el fin de


obtener algún efecto concreto sobre el espectador,


sobre todo cuando se pretende inquietarlo por alguna


razón. Una composición desequilibrada parece accidental,


transitoria y desconcertante. Sus elementos


muestran una tendencia a cambiar de lugar y de forma


para alcanzar un estado que concuerde mejor con


la estructura global. Es así como, de forma intuitiva,


nuestro pensamiento intenta organizar lo que se percibe


a través de los ojos para construir un equilibrio.


El equilibrio es un hecho físico propio de nuestra anatomía


y nos permite sentir la orientación de nuestro


cuerpo respecto al entorno, así como la situación de


los elementos que manejamos o vemos en relación a


nuestra simetría humana. Pero también es una ciencia


que nos ofrece información acerca de la colocación


de pesos, magnitudes y masas en el mundo que


vivimos. Trasladando estas percepciones, se alcanza


a comprender que el equilibrio compositivo no es más


que una aplicación razonada de nuestras sensaciones


intuitivas.


El equilibrio en el diseño gráfico, como en otras artes visuales,


se puede conseguir de muchas maneras, tratando de buscar


la compensación entre los elementos como si de una balanza se


tratara. Surge entonces el concepto de peso visual, equivalente al


peso físico, pero más subjetivo, ya que está sometido a parámetros


perceptivos, socioculturales y emocionales. Aún así, el peso


visual es un término que identifica la propiedad de aumentar o


disminuir el equilibrio de los elementos porque ejerce una fuerza


óptica. Aparte de su atracción y fuerza, el peso visual depende de


varios factores:


La distancia del elemento al centro: cuanto más cerca más peso.


El tamaño del elemento: en igualdad de condiciones, el elemento


mayor tendrá mas peso.


La forma, la textura y el color de los elementos: el efecto texturado


aumenta el peso, así como los elementos irregulares y


los colores cálidos.


La ubicación arriba-abajo: un elemento pesará más cuanto más


elevado esté.


La ubicación izquierda-derecha: un elemento pesará más a la


derecha que a la izquierda.


La relación de espacio respecto al elemento: cuando se encuentra


aislado pesa más que rodeado de otros elementos.


La percepción del peso visual puede estar influida también por


el estado de ánimo o la emotividad del espectador.

El equilibrio es un concepto muy importante en el mundo


de las artes visuales y, por supuesto, del diseño gráfico.


Una composición basada en elementos que se combinan e


interaccionan entre sí sobre un plano debe tener presente


el peso visual que permite equilibrar el conjunto. El esquema


superior permite considerar que, básicamente, en


un soporte bidimensional, la zona superior ejerce un mayor


peso visual que en la zona inferior (viñeta izquierda),


mientras que la zona izquierda tiene menor peso que la


zona de la derecha (viñeta derecha).


No obstante, hay otros condicionantes que pueden variar


este principio general: el color o la textura de los objetos,


el tamaño, el color del fondo o las direcciones marcadas


por las tensiones entre los elementos.


En cualquier caso, la manera de medir el peso de


las formas y líneas del diseño se realiza mediante el análisis


de la importancia visual de éstos dentro de la composición,


intentando equilibrar los elementos de mayor


importancia, con los de menor importancia, y los de mayor


peso con los de menor. La experiencia contribuye,


además, a mejorar la capacidad de estructurar las relaciones


de peso visual entre los elementos gráficos.


Por lo general, se establecen dos tipos de equilibrio


visual principales: el equilibrio simétrico y el equilibrio


asimétrico.


EQUILIBRIO AXIAL O SIMÉTRICO: se genera un equilibrio


simétrico cuando se divide una composición en


dos partes iguales, dando lugar a la igualdad de color,


textura, formas, tamaño y estructura (simetría especular).


Ningún elemento sobresale más que otro


respecto a su correspondiente simétrico y todo parece


en perfecto orden. Esta regularidad constituye un


factor estético de armonía utilizada en numerosas expresiones


creativas del ser humano, pero la presencia


de la simetría puede resultar excesivamente monótona


y previsible, pues no permite la interpretación


activa del espectador, ni despierta la sensación dinámica


del mensaje visual. Esto no quiere decir, por otro


lado, que el equilibrio creado por la simetría sea poco


sugestivo, pues a menudo evaluamos el atractivo visual


de un objeto por su simetría.


EQUILIBRIO OCULTO O ASIMÉTRICO: se produce


cuando a cada lado de la división imaginaria de una


composición los elementos no se corresponden en


tamaño, color, forma, color o estructura (no existe la


simetría especular), pero sí se advierte una impresión


de equilibrio entre los elementos. Al haber diferentes


pesos visuales a cada lado del eje, el efecto ejerce


una mayor impresión de actividad, provoca sensaciones


más vitales, más dinámicas, y consigue evitar la


monotonía. Cuando en el aparente desorden, los elementos


que se distribuyen en la composición se contraponen


y se contrarrestan unos a otros tratando de


mantener un estado de equilibrio de pesos visuales,


direcciones y tensiones, el efecto visual del conjunto


aparecerá más rico en matices y más atrayente en su


apreciación.


El grado de dominio del lenguaje visual en la articulación


de los elementos de la composición asimétrica


determinará la calidad del diseño, pues en un esquema


de equilibrio asimétrico se puede caer fácilmente


en el error de agrupar desordenadamente los elementos


provocando el caos o la ambigüedad, perjudicando


y degradando los criterios básicos de la comunicación


visual.

MOVIMIENTO-DINAMISMO


El equilibrio no implica ausencia de movimiento. Una imagen


estática, como una composición pictórica o un diseño gráfico,


puede implicar sensaciones de movimiento como respuesta al


énfasis y a la intención del diseño elaborado. En el proceso de la


visión, la mirada indaga constantemente sobre todo lo que se percibe


en el entorno, acaparando numerosa información visual. El


hecho de leer implica el seguimiento ocular mediante una secuencia


organizada, la imagen fotográfica o artística fuerza al espectador


a determinar un seguimiento de los puntos de atención que


surgen de los elementos y de las formas que la componen… Sin


duda, la percepción del movimiento visual influye en las sensaciones


motoras inconscientes y se convierten en un juego dinámico


de tensiones que se pueden disponer con una finalidad precisa.


Se puede «obligar» al espectador a seguir una dirección concreta,


a sentir el movimiento de la composición, gracias a una distribución


efectiva del peso visual de los elementos y de la ubicación


o disposición de éstos en un determinado lugar del plano gráfico.


En muchas composiciones se busca crear tensión mediante


el desequilibrio del orden configurado, obteniendo con los mismos


elementos un gran número de efectos diferentes al modificar


algunas de sus propiedades o ubicación en el espacio.

ALTERNANCIA Y RITMO


La variación de las formas y sus propiedades expresivas


(color, textura, tamaño, etc.), aparte de dinamizar la composición,


reduce la monotonía visual. Este principio conjuga dos conceptos,


la alternancia y el ritmo, que constituyen un medio de crear


orden en una composición. La alternancia, que implica continuidad


en la repetición de una forma, crea un ritmo que puede producir


diferentes sensaciones estéticas según se presente, desde algo


armónico, pausado y sencillo, hasta algo turbulento, dinámico y


desconcertante.


El ritmo forma parte de nuestras vidas de forma natural: los


latidos del corazón, los pasos que damos al caminar, el parpadeo


de nuestros ojos… Pero también de otras muchas actividades creadas


por el ser humano: la música, el tic-tac del reloj o el sonido de


una sirena, y, por supuesto, en las composiciones visuales


Quizá debido a esto, el espectador puede llegar a identificar 
un ritmo compositivo con aspectos emocionales o con sensaciones 
cinestésicas (de movimiento)


de diferente apreciación, dependiendo de la disposición, de la


forma, de la densidad, o del color de los elementos empleados.


En cuanto a sus posibilidades de expresión, se plantean dos


maneras de diferenciar los tipos de ritmo en una composición:


Ritmo monótono o por alternancia: se caracteriza por su disposición


de elementos iguales a intervalos constantes, llegándose


a considerar tan natural o común que el observador no


llega a percibirlo (bajo estas líneas, a la izquierda).


Ritmo dinámico: presenta elementos iguales a intervalos diferentes,


o elementos desiguales a intervalos iguales o desiguales,


que pueden crecer o decrecer en dimensiones, o pueden


cambiar de color o de textura gráfica. Sobre estas líneas, a la


derecha, se ven dos maneras diferentes de expresar un ritmo


dinámico a partir del ritmo monótonos


CONTRASTE


El contraste es un efecto que permite resaltar el peso visual


de uno o más elementos que forman parte de una composición.


Desde el momento en que se coloca un elemento sobre el soporte


bidimensional (cartel, carátula, etc.) se genera un contraste. No


obstante, en una composición se consigue este contraste, sobre


todo, mediante el enfrentamiento o la divergencia que se aprecia


entre los elementos gráficos utilizados, forzando a dirigir la atención


del espectador hacia ellos. Un tira y afloja virtual marcado


por las variantes de color, textura, tamaño, orientación, etc. que


se puede articular de múltiples maneras, como la imagen sorprendente


del chocolate Milka al mostrar una vaca pintada de color


violeta sobre la que se escribe la marca del producto.

Los contrastes más usuales son:


Contraste de valor: cuando se utilizan valores opuestos o extremos


de claridad-oscuridad. En este caso, el elemento de


color más oscuro tendrá mayor peso tonal, destacando así el


más claro, tanto más cuanta mayor diferencia de valor exista


entre ambos. A medida que se disminuye el valor del elemento


más oscuro respecto al claro, el contraste disminuye, con lo


cual, si se pretende mantener la fuerza expresiva de la diferencia


lumínica, habrá que aclarar más el elemento contrapuesto


o ampliar su tamaño.


Contraste de colores: de las propiedades del color (tono, valor


y saturación) el tono o tinte es el responsable de ofrecer


mayor contraste. Dos elementos de colores complementarios


se potencian el uno al otro, lo mismo que el caso de un color


cálido frente a uno frío. El efecto de contraste creado entre dos


colores aumentará cuanto más contrapuestos se hallen dentro


del círculo cromático, al contrario que los análogos, más cercanos


en el círculo cromático. En el ejemplo que mostramos, a


la derecha, el cartel Necesitamos sangre expresa a través del


color una asociación mental con la sangre, ampliando su fuerza


visual con un ritmo muy dinámico de formas circulares que


disminuyen mientras se elevan sobre un fondo azul que fuerza


el contraste.


Contraste de texturas: un elemento con textura gráfica fina


contrastará respecto a otra con textura gruesa, resaltando la


de mayor grano. Además del tamaño de la textura, la densidad,


la direccionalidad o el tipo de variante generarán contrastes


de textura según la disposición y la amplitud de los elementos.

Contraste de contornos: los contornos irregulares destacan


sobre las formas regulares, más fáciles de reconocer. Una forma


abstracta y desigual atraerá más la atención que una forma


geométrica sencilla, al igual que las texturas. Igualmente, la


tipología del contorno (quebrado, ondulado, almenado, etc.)


intensificará en mayor o menor grado el contraste cuando se


yuxtapongan, siendo más poderosas las líneas angulosas y


agudas, un método muy utilizado para destacar la importancia


de una oferta en cualquier producto (imagen inferior).


Contraste de escala: se produce mediante la contraposición


de elementos a diferentes escalas de lo habitual, o por medio


del uso de proporciones inauditas. Al generar un desconcierto


sobre el espectador, acostumbrado a ver las cosas a una escala


concreta, se logra llamar su atención y presentar un contraste


discordante de gran interés visual.


Contraste de posición y orientación: cuando en un grupo de


elementos iguales o similares una forma cambia de orientación


respecto al conjunto, puede marcar una discrepancia que


suponga un contraste respecto al orden establecido. De este


modo genera un conflicto visual al oponerse a un conjunto de


elementos organizados de otro modo. En la imagen de la izquierda,


los pictogramas se organizan en filas y columnas formando


un entramado homogéneo de siluetas verticales, pero


una de ellas destaca entre todas por su orientación, individualizándose


y atrayendo la atención.


El contraste puede ayudar a provocar énfasis en una composición,


forzando la atención del espectador o lector y así tratar


de hacerle llegar el mensaje de una manera más directa y dinámica


o transmitiéndole diversos significados al mismo tiempo.

UNIDAD


Cuando se logra la unidad en una composición, no es posible


mover o sustituir o eliminar sus elementos sin que el conjunto


quede perjudicado por alteraciones o desintegraciones. Esto quiere


decir que a través de la unidad, el diseño o la composición expresa


una idea integradora, una idea única y coherente. Esta idea


debe prevalecer en la relación e interacción que desarrollen los


diferentes elementos que forman parte de un todo. Así, todos los


elementos que constituyen e interactúan en una composición, independientemente


de su condición formal, deben relacionarse de


manera recíproca tratando de mantener la estabilidad general


apoyándose los unos a los otros en beneficio del conjunto. Esta


propiedad, que abarca el principio fundamental de adecuación a


la finalidad del diseño, es una cualidad básica e importante de


toda composición. La incoherencia, la disgregación por falta de


unidad, podría pervertir la organización espacial, y, con ello, la


intención del significado expresivo del mensaje visual.


MODULACIÓN Y ESTRUCTURAS RETICULARES


Además de los principios compositivos que propician una


organización estructurada e inteligible, existen unos métodos compositivos


basados en la repetición de elementos (módulos) sobre


estructuras geométricas simples (redes básicas) que pueden, utilizando


parámetros de deformación definidas por el diseñador,


variar en complejidad. Las retículas, a su vez, sirven para diferenciar


espacios en los que se ubicarán textos, imágenes, formas y


otros elementos gráficos para dar cuerpo a la maquetación de


textos, de catálogos, de páginas web, etc.


MODULACIÓN


El diseño modular es una técnica ancestral que se viene utilizando


tanto como superficies decorativas en la arquitectura como


en variados objetos elaborados por el ser humano (vasijas, tejidos,


etc.). La modulación se fundamenta en el uso repetitivo de


un elemento estructural, llamado módulo, que alcanza a cubrir


una superficie mediante una estructura invisible que organiza el


espacio visual, llamada a veces retícula. Aunque no siempre se


emplea esta estructura o red sobre la que se disponen los módulos


repetidos, en muchas ocasiones esta partición regular del plano


juega un papel fundamental para conseguir el efecto de modulación


requerida.

Las tramas invisibles que ayudan a disponer los módulos o


la creación de los mismos, no son tampoco invariables y se pueden


deformar de muchas formas (estirar, torsionar, combinar, etc.) para


animar y diversificar la expresión de la composición.


Existen módulos muy complejos diseñados para el mundo


de las artes plásticas, de la arquitectura y de la ingeniería y es


posible crear disposiciones múltiples que crean juegos rítmicos


ornamentales. La aplicación de la modulación suele ser más útil


para unos trabajos que para otros, pero, por ejemplo, resulta ineludible


en el diseño de señalización, de revestimientos cerámicos


y de paneles informativos y en el diseño de prensa, aunque


no es necesario aplicarla a un logotipo o a un envase.


RETÍCULAS


La retícula es una herramienta invisible pero perceptible, sobre


la cual se distribuyen los diferentes elementos gráficos, pero


también es un método que proporciona una estructura para construir


elementos, tal como se ha dicho antes. Sirve para organizar,


configurar y conseguir una mejor visualización o comunicación


visual mediante soluciones rápidas, seguras y legibles.


Aunque en ocasiones se confunden los términos


red o malla con retícula para definir la estructura


básica para la modulación, cuando se habla de

diseño gráfico o comunicación visual, la retícula es


el sistema que estructura y planifica la distribución


de la información en fragmentos manejables para


orientar al espectador a encontrar la información


apropiada. Es decir, que sirve de guía y constituye


un principio organizador que mantiene el sentido del


orden y lo transforma en parte sustancial del diseño.


Las retículas más comunes se forman a base de


columnas, márgenes y espacios horizontales, en


campos que puedan acoger cualquiera de los elementos


del diseño. Además, hay retículas apropiadas


para la modulación de la publicidad o para otro


tipo de publicaciones especiales.

Trabajar con una estructura previa de página y utilizarla como


guía para colocar los elementos aporta beneficios, tanto al diseñador,


como al lector, pues así se evita el desorden y se mantiene


equilibrado el conjunto en una unidad coherente.


Gracias a las retículas y a las plantillas, el espacio gráfico


está dirigido por una serie de relaciones entre las partes y el todo


que suponen una mejora de la distribución y estructuración de los


bloques de texto, de los títulos, los subtítulos y todos los elementos


gráficos que se incorporen para manifestar un contenido que


ha de ser comprendido y con el estilo que se pretende comunicarlo.


Según lo que se estime adecuado para la publicación, se tienen


en cuenta unos condicionantes básicos, pero variables, que


influyen en el proceso de creación de la retícula:


El espacio disponible según el formato.


El número de fotografías e imágenes por página y el tipo de


tipografía.


Prioridades de comunicación (lo que se pretende expresar, cómo


se quiere mostrar y a quién va dirigido).


En todo caso, las alternativas y posibilidades de composición


son tan diversas, que se delega en el diseñador la flexibilidad


de los casos particulares, una vez establecidas las pautas y


requerimientos para el diseño final.


CONSIDERACIONES Y DECISIONES


Después de haber visto los principios básicos de composición


de los elementos gráficos y las cuestiones más relevantes en torno


al proceso del diseño gráfico, es conveniente conocer algunas


consideraciones sobre los requerimientos generales del


proceso, antes de empezar a diseñar:


Es imprescindible tener los datos del formato del soporte


(tarjetas, folletos, carteles, etc.).


Se debe tener la máxima información posible sobre el


tema (idea, empresa, imagen...) que se va a transmitir.


Hay que conocer el segmento de población al que va


dirigido y tener definido el ámbito geográfico que se


pretende cubrir (local, provincial, nacional, internacional).


Es necesario seleccionar los elementos que se van a


utilizar y determinar el lugar que ocuparán, pues debe


justificarse la utilidad real de cada uno de ellos en la


composición final.


Conviene definir las partes ocupadas por los elementos


y las que quedarán libres, garantizando un equilibrio


visual que impida el sobrecargamiento o la descoordinación.


Como en todo diseño, es recomendable preparar unos


bocetos iniciales sobre la composición, probando diferentes


opciones con cambios de ubicación, de tamaño,


de colores, etc. de los elementos gráficos, para


perfeccionar el impacto visual y la calidad del diseño


en todas sus dimensiones semánticas y comunicativas.


Saber el tipo de material en que se reproducirá el diseño


ayuda a concretar lo que se intenta comunicar.


Después de haber acotado los condicionantes citados,


las ideas estarán sometidas a unos límites dentro de


los cuales el ingenio y la creatividad se encargarán de


ofrecer las posibilidades de expresión más originales y


convincentes. En la interpretación final del mensaje no


sólo interviene la colocación de los distintos elementos,


sino la percepción final que tenga el destinatario (espectador


o lector). Para ello, se entiende que el diseñador es


conocedor de las características perceptivas de los usuarios


en los siguientes términos:


Elección de los elementos gráficos en función de aspectos


psicológicos de la percepción humana y de las


significaciones culturales que pueden tener ciertos elementos


(colores, orden de lectura, simbolismo, iconografía,


etc.), buscando un equilibrio lógico entre las


sensaciones visuales y la información ofrecida.


Concienciación respecto a los mecanismos de percepción


visual y de la interpretación de trazos, texturas,


colores, etc. para alcanzar la máxima eficacia comunicativa


en la transmisión del mensaje por medio de una


composición que impacte visualmente al espectador y


le haga receptivo.


Percepción de experiencias derivadas del entorno y


de la propia existencia, como las asociaciones de calor-


rojo o noche-oscuro, que pueden ser utilizadas en


la expresión del mensaje visual con intención evocativa.


Además de las retículas y otras líneas de guía que puedan


servir para planificar el diseño gráfico, la textura,


la tipografía, el color, etc. son, en todo caso, los elementos


que producen las sensaciones visuales más fuertes


de la comunicación visual. Eso sí, siempre es conveniente


apoyar dichos elementos sobre una estructura


equilibrada que permita potenciar lo que habrá de


verse finalmente.


Por otro lado, es oportuno entender que el diseño tiene


un público variado y no sirven los mismos recursos


para atraer a todo el mundo. Hay diseños para adultos,


y diseños para niños.

Bibliografía: FUNDAMENTOS DEL DISEÑO, de José Luis Navarro Lizandra.

1 comentario:

  1. Hola Helena!, eres la primera en entrar y darte de alta en el blog, bienvenida!
    Subí esta entrada para que puedan ir leyendo los conceptos básicos para el desarrollo de un diseño en general y en concreto un diseño gráfico, mañana lo explico en clase acompañado de ilustraciones pero esto es básico para los trabajos que tienen que desarrollar en breve.

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